lunes, 13 de julio de 2015

PÉRDIDA Y HALLAZGO / Relato corto de José Ignacio Restrepo

HA MUERTO UN ÁNGEL, NADA PASÓ
por José Ignacio Restrepo

La procesión pasó diez minutos después de que recogieron el perro muerto de la calle Mayor. Era un perro de plaza, al que nunca se le conoció amo alguno y por éso, quizá, no hubo un doliente que alegara por su vida herida mientras gemía moribundo, con las caderas volcadas hacia atrás, la columna partida, el rostro demudado en dolor y ni una lágrima. Solo gémidos de guerra, los últimos. De Obras Públicas fue la diligencia de recogerlo de allí y la posterior carga filosofal fue toda mía.
Ya pasó también la procesión, esa que dice elevar el alma de los espíritus truncos, esa que colma las almas de los que viajan en soledad, esa que provee de verano a quienes viven en inviernos sin fin. El perro ya habrá sido cremado y estará estrenando tumba, valgan los sacrificios que han de hacer algunos seres para recibir justo estipendio a su doloroso paso por esta vida. Delgado el hilo que lo une todo, fino su tono como ordinaria la fe que junta extremos, vida con muerte, precariedad con suficiencia, descreimiento infame con fe de lacayo que sabe cómo creer en todo lo que un ser razonable a fe ahuyenta.
Pasa otro perro y huele la sangre casi seca de su hermano muerto, mira a los lados...¿en que cadena de sentimientos sin palabras, estaré atado yo, que ahora lo veo? Me mira como interrogándome, ¿dónde está? ¿qué hicieron con su cuerpo?...aunque parezca inculto no me paro, solo respondo con mis voces desde adentro, lento, para que me entienda. Recuerdo que son similares a los niños o eso dicen. Pone su cuerpo derecho como en una oblación de un solo ser, luego me mira. Camina los veinte o treinta pasos que me separan de él y se acomoda contra mi pierna como si fuera mío o tuviéramos de antes una relación de poder.
Se echa y luego se duerme. Mi pie le sirve de almohada hasta que lo muevo y entonces simplemente recoloca su cabeza y vuelve a dormir como si nada. Más que a niños se asemejan a ángeles, ustedes dirán que no existen pero si. Hace solo una hora ha muerto uno, casi sin gemir, parecía pedir disculpas por haber cruzado sin mirar y causar esa penosa situación. Viven para que obremos de un modo diferente, más lento acaso, atendiendo a otros alicientes y no dilatemos más la llegada de respuestas cortas para llenar esta inquietud pueril de tener y tener, y retener...Esa es la causa de casi todos los dolores, los callados, los manifiestos, los nuestros y también los de los perros...
Pongo dos billetes sobre la mesa bajo en envase vacío de cerveza. Es suficiente. El calor es un don insoportable necesario para que haya frío. Me pongo de pie y el perro se despereza. Le digo -vamos- y él camina tras de mi, más claro no canta un gallo.
Está bien, hace tiempo no tengo uno...no le pondré nombre. O si. Sombra, como si siempre me hubiera acompañado.

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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2 comentarios:

  1. Sombra..... y seguro que no te hubiera acompañado??? Un beso!

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    1. ...pero qué grato ver la sombra de tu paso...Besos mi querida María!!!!

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