miércoles, 26 de agosto de 2015

NO ME DIRÁN QUE NO, A TODOS NOS PASA.../ Un cuento de José Ignacio Restrepo

LLAMADA EQUIVOCADA 
por José Ignacio Restrepo



- Bien lo dices, compañera de tercio, somos unos cuando hallamos el signo grabado en la piedra y otros cuando nos recibe el silencio de esas norias rotas, cascadas por vendimias antiguas. Esos sitios se han vuelto lugar de cita para las generaciones nuevas. Los jóvenes tienen esa mirada y una diligencia propia que se nota cuando se dirigen a los ojos de quien ama el camino, pero ante todo los horizontes...debo despedirme...almuerzo y trabajo...fue un placer amiga...-

Se quedó allí la charla no empezada. Era una mujer joven todavía, creo, que había marcado para pedir un domicilio y se equivocó de número. Luego empezamos a charlar sobre esos destinos exonerados de culpa. Los llamados errores, que son uno de mis temas....demanda casi siempre una glosa perpétua donde asignar colores a la vida...el momento más corto y definitivo para ser y no ser al mismo tiempo...Sí, son citas que no fueron convenidas pero que casi siempre abren puertas a escenarios insospechados y de inesperada belleza.

El teléfono timbró nuevamente.

- Aló...-
- Soy yo de nuevo...olvidé decirle que su voz me parece conocida y éso debe significar forzosamente que usted y yo nos conocemos...-

Pensé por un instante qué tipo de escenario, a cuál belleza inesperada podía llevarme este pasillo. Qué puerta sin aldabón se abría ante mi y quién llamaba desde la penumbra con su rostro cubierto por un albornoz verdeazul que el viento alcanzaba a mover tan solo un poco.

- Seguramente le habré firmado algún libro. Soy escritor...
- Ah...¿y está ahora mismo en algún nuevo proyecto?-
- Pues no. Pero uno nunca sabe cuando empieza un nuevo trabajo. Dicen por ahí que el escritor no es más que un contador de historias, que enlaza el presente con sus probabilidades...todo el tiempo estamos abriendo y cerrando puertas, a cada jornada...-

El silencio al otro lado dejaba ver que la interlocutora errante estaba valorando la respuesta...

- Me llamo Sondra...mi madre me puso el nombre de la actriz favorita de Clint Eastwood, que a la postre se convirtió en su esposa...-
- Sondra Locke, si. Una rubia de actuaciones parecidas en todas las cintas en que trabajó. Ideal para él, que era plano y a mi modo de ver un magnífico actor de westerns...-
- ¿Y en las otras?...lo hacía bien como policía, ¿no cree?-
- Él siempre parecía actuando un misma historia. Escritas para que él no tuviera que hacer grandes esfuerzos, apegado a una misma dramaturgia. El caballero macho que eventualmente va a salvar al débil y a acabar con la maldad que lo circunda...o algo así.-
- Mi madre siempre fue una de esas damas que quiere ser salvada por un tipo así.-
- ¿Y usted, Sondra?

El silencio se hizo dolorosamente tangible y luego repentinamente la llamada se cortó. Me quedé esperando un buen rato pero ella no volvió a marcar. Luego, como si cumpliera un encargo, busqué entre mis archivos alguna historia empezada y retomando el curso del argumento, escribí hasta darle un justo término. A las 8 y 30 de la noche, mientras comía unas sobras del día anterior el teléfono revivió como por encanto y su timbre me recordó que las mejores cosas no son necesariamente las que planeamos, sino aquellas que suceden simplemente.

- Aló...
- Me preguntó por qué usted no elabora ese saludo como toda la gente, haciendo ese tono de pequeña interrogación que es en todo caso una muestra de interés por lo que va a ocurrir, por la persona que está del otro lado...Es una muestra de orgullo, ¿no es así?
- Son dos preguntas Sondra...-
- Usted es un engreído sinvergüenza...-

La risa vibró en el aparato y llenó los espacios del apartamento e incluso se devolvió en un eco simpático. Ella parecía creer en lo que decía y lo único que sabía de él era que escribía...

- Es así, ¿cierto?-
- Probablemente. Pero en todo caso, no pasa de ser una de las miles de características de los seres humanos. No soy mejor o peor que algunas personas humildes, y en cambio mi orgullo me ha ayudado a conseguir cosas que habrían sido solo sueños si careciera de esa fuerza. Te ayuda a pararte cuando no hay quien te estimule. A dejar de llorar cuando lo que querías ya se ha ido.
- Si, es verdad. La vida no suele respetar a quien espera respuestas sentado en la berma llorando como crío...pero a veces son los orgullosos los que hacen llorar a la demás gente, eso no lo puede negar...-
- Realmente sé muy poco de estadísticas...-
- Pero tiene una bellísima risa, la risa de quien ha construído un castillo y aguarda a que alguna vez alguien la oiga y venga a rescatarlo a él...

Fue hace nueve años. Ella buscó la forma de venir en mi rescate. No se lo hice fácil...fue de empellón en empellón, acatando esa señales de "siga y pare" que todos solemos dejar en el suelo, solo para confirmar si está ocurriendo algo bueno de verdad...Ahora solo hablamos por el teléfono cuando es absolutamente necesario. Procuramos más bien hablar mirándonos de cerca.

Pero lo que más hacemos es vernos en silencio. Es la mejor manera de comunicar toda esa fiebre interna que el otro ha ayudado a despertar, pues solo con quien es responsable de nuestra mayor belleza podemos llegar a entender que no existen errores. Solo llamadas perdidas, alguien que busca algo que comer en la noche y marca el número de quien tiene en su casa todo el alimento que necesita...

 JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©



viernes, 21 de agosto de 2015

RUTINAS DE VUELO / de José Ignacio Restrepo

 SOLIPSISMO


Marchas contadas, leyendas en la piel de la manzana...

Erramos tanto y tanto que es la verdad la que viene en busca nuestra y se nos echa a los pies, como una amiga ciega que ha encontrado el rumbo, que no tiene llagas, ni péndulos, hecha de tiempo pasado, sucedida, sin máscara blindada o escondida, solo amiga nuestra que llega cuando es llamada, vertiginosamente, arpegios a la salida de la fe que entró con nosotros al circo y salió después de noche en medio de una guerra desatada sin nuestro aval, cuando ya sabía que es el día una espantosa plataforma hecha de solsticios prematuros y olores a frutas, como máquina infernal que suma segundos a diestra y siniestra solamente para que lleguen la noche, y con ella, ateridos, algunos de nuestros sueños con vida...

Por qué tus ojos son claros y no oscuros como este café que me penetra, este tinto hirviente que hago mi cómplice para evitar dormirme. Por qué sueles venir ataviada de celos si afuera y dentro ya estás muerta, por qué me tapas los ojos jugando a las cautas escondidas, cuando pinto en tu nombre las baldosas con mi llanto y pido perdón mil veces para que no estés vagando por ahí, copiando cosas mías que son tuyas, resentida por irte entre congojas sin dar avisos justos, tempraneros...porque nunca fuíste oportuna, lo inicial era postrero para ti, hecha como eras de magias insondables, lo último para ti será, sin poder evitarlo, un bautizo, cerca de un arce o plena entre otro beso mío insospechado bajo la sombra inmensa de un roble o un decaído sicomoro, hechos tú y yo como lo manda Dios, de las goteras perpétuas de una larga tormenta. 

Un bautizo que te traiga inmensa, pura alma sin par mientras todo me dice que aún es tan opaco el afuera, tan seco como una caña sin azúcar ni marca de dientes. Que es probable que hoy te niegues a venir para ser sola conmigo una hermosa sombra inmóvil, como la seña vigorosa de unos dientes en la piel roja y pulida de una manzana. 

Una confrontación, hoy, viva y locuaz de tu espíritu purista y mi silencio avaro, que me deje saber por qué me has dejado a solas en mi cama podrido entre estos versos-sentimientos que salen como ramas de mis manos.

 JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©

miércoles, 19 de agosto de 2015

MAGIA / de José Ignacio Restrepo

CERTERO
 
 
Enhebro diez pensamientos socavados con brillos de agua, traída temprano del manantial que llena el río, los pongo luego a secar para poder atarlos a un níveo fundamento que no tenga del tiempo más que sed, más que tedio, más que memoria común, o fuego alterno o maldito ideal que aún viva en una canción fea y austera, que por algún renglón o tono puro todos viva retienen en su mente y luchan por hacer fuego en la memoria...

Vasteo ese temor de decir mucho con un color rojo e hilo blanco, y sé pues tengo venas similares, que todos retendrán algo de éso, sin saber dónde fue que lo obtuvieron...una suerte de magia mis amigos....me pasa todo el tiempo...Pero, no creáis que es un juego o un albur, el lleno para el vacío de las tardes o una de esas delicadas heredades que llegan sin trabajo o consistencia, como regalo al recio pundonor de quedarse, de permanecer, de no dejar marchar todo lo onírico que un día convertimos en puerto de llegada y de salida. Tampoco es algo que pueda la fe en cuanto se sorprende algo explicar, puede de ello ella misma se alimenta y no puedo nombrar síntesis o mapa que a otro como yo pueda servir. Levitar en mitad de una jornada, convertir el todo de otros en mi nada, ha ocurrido sin condescencia tras meterme de lleno en esta lid, salir con mi pequeña tabla cerrando los ojos rumbo al mar, y en el siguiente instante transmutar, ahí, en la cresta de la ola, en todos los azulverde pensados, ese imperfecto que soy, de un mil defectos, conviértese en un hábil veteador de tonos, de temas, de sencillas preguntas filadas a mi espera...Los diez pensamientos enhebrados toman forma, espíritu, carácter, se convierten en mis interlocutores, a pocos centímetros de mi veo entonces a nuevos compañeros
de viaje.
 
Es esa la magia duradera, ya no es difícil elegir con quien he de pasar esta jornada. Subo al anaquel que está aquí cerca, toco una de esas palabras siniestradas por la llegada antes de una inoportuna pausa, y con mi verbo querer la llamo, quiero...Y ella llega con su tabla y su sonrisa, y su virtud de sembradora y jornalera, a poseer lo que siga, el tiempo del devenir certero, de correr por el cielo tras saltar sin temor de la cornisa....

JOSÉ IGNACIO RESTREPO • Copyright ©

martes, 11 de agosto de 2015

OTRO NACIMIENTO / Un cuento de José Ignacio Restrepo

BOQUERÓN
Un relato de José Ignacio Restrepo


Soy uno de esos especímenes para quienes observar siempre es más que éso. Para mi es un ejercicio construído sobre múltiples y variadas experiencias, que busca dialogar con un interior sazonado cuya capacidad como interlocutor es cada día mejor y más versada y que me acompaña cada que pongo mi observación al servicio de mi pensamiento. Por éso digo que no manejo esa soledad sivergüenza, callada y desnutrida con la cual conviven irresponsablemente muchas personas que no saben lo hermoso que es dialogar consigo mismas, coleccionar temas y mirdas en los cuales descansar nuestros atributos mentales, nuestros conocimientos y ese conjunto de supuestos útiles que a veces sirven como motores para comenzar una reflexión en positivo.
No hace mucho tiempo vi nacer a un comerciante, uno de esos que conocemos y a los cuales recurrimos para negociar alguna cosa que no esté expuesta directamente en un mall o en un supermercado. Generalmente atienden sus propios negocios a los cuales imprimen su particular sello, ya sea en los avisos,  en el estilo o en el trato singular que dispensan a sus clientes.
Vi, como conté arriva, la gestación o nacimiento de uno de estos personajes. Se bajó de un autobús después de vender sus cosas y al parecer lo hace bien pues ha terminado temprano. Puede que no llegue pero es real que tiene dentro de si ese deseo de mercadear, de ganar, de conseguir más barato para vender más caro, características que los distinguen y los hacen ser gente amada o despreciada según la imaginería y la historia de cada quien.
En los fines de semana me dedico al ciclismo recreativo. A veces, según sea el ánimo, lo practico también entre semana. Conozco buena parte de la ciudad de Medellín y también de sus montañas circundantes, que pertenecen a la cordillera central de la gran cadena de los Andes en su paso por Colombia. Montar en bicicleta es para mi una actividad escencialmente vinculada a la capacidad de resistencia, es decir, es un diálogo personal con el dolor y su sublimación pues ese querer llegar a algún lugar solo es posible si soportas el dolor en tus músculos, la sensación de cansancio que te llena cuando vas pedaleando por la carretera ya sea junto a otros o en perfecta soledad.
Hoy salí con unos compañeros con el propósito de llegar hasta aquí, el Alto de Boquerón. He venido muchas veces y nunca he dejado de sentir placer por este ascenso sostenido, que te deja en este lugar donde imperan la belleza, el frío y el viento. Pero, me llené de ganas y los dejé atrás. No tuve en cuenta que venían en el grupo ciclistas de primera vez y por ello me disculpo.
Pero éso me ha permitido hacer ejercicio plácido de mi capacidad de asombro, pues llevo un rato observando lo que pasa en este lugar de descanso para viajeros que llegan y se van, mientras me hidrato y espero que lleguen los demás. Y haciendo ésto he descubierto a un naciente comerciante, un verdadero enamorado del acto simple de comprar y vender sacando una ganancia considerable de semejante ejercicio.
Ahora mismo lo observo, no tendrá más de nueve años. Su sonrisa preciosa después de haber vendido la última existencia de sus galletas indica que lo esperan otros escenarios, pues ha ganado el derecho y el tiempo para ir a jugar o ver tv o simplemente hacer las tareas temprano y después compartir con sus amigos. Va con la caja vacía y da unos saltitos particulares pues en los bolsillos lleva listo el producido del día. Se lo entregará a su padre o a su madre, para colaborar con el gasto de la casa. Por su rsotro sé que está seguro de poder vender cualquier cosa pues si vende galletas en mitad de este verano podría intentar hacerlo con lo que fuera.
Van llegando con la lengua afuera mis compañeros. Algunos son más jóvenes que yo y me prodigan cierta clase de respeto que en nada amplía esa amistad sincera que a mi mismo me brindo, hecha de surcar mares de problemas y regresar con vida a algún lugar amable y conocido...Les pasó una botella de agua y les brindo mi mejor sonrisa. En cuanto descansen iniciaremos la bajada...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©