miércoles, 19 de agosto de 2015

MAGIA / de José Ignacio Restrepo

CERTERO
 
 
Enhebro diez pensamientos socavados con brillos de agua, traída temprano del manantial que llena el río, los pongo luego a secar para poder atarlos a un níveo fundamento que no tenga del tiempo más que sed, más que tedio, más que memoria común, o fuego alterno o maldito ideal que aún viva en una canción fea y austera, que por algún renglón o tono puro todos viva retienen en su mente y luchan por hacer fuego en la memoria...

Vasteo ese temor de decir mucho con un color rojo e hilo blanco, y sé pues tengo venas similares, que todos retendrán algo de éso, sin saber dónde fue que lo obtuvieron...una suerte de magia mis amigos....me pasa todo el tiempo...Pero, no creáis que es un juego o un albur, el lleno para el vacío de las tardes o una de esas delicadas heredades que llegan sin trabajo o consistencia, como regalo al recio pundonor de quedarse, de permanecer, de no dejar marchar todo lo onírico que un día convertimos en puerto de llegada y de salida. Tampoco es algo que pueda la fe en cuanto se sorprende algo explicar, puede de ello ella misma se alimenta y no puedo nombrar síntesis o mapa que a otro como yo pueda servir. Levitar en mitad de una jornada, convertir el todo de otros en mi nada, ha ocurrido sin condescencia tras meterme de lleno en esta lid, salir con mi pequeña tabla cerrando los ojos rumbo al mar, y en el siguiente instante transmutar, ahí, en la cresta de la ola, en todos los azulverde pensados, ese imperfecto que soy, de un mil defectos, conviértese en un hábil veteador de tonos, de temas, de sencillas preguntas filadas a mi espera...Los diez pensamientos enhebrados toman forma, espíritu, carácter, se convierten en mis interlocutores, a pocos centímetros de mi veo entonces a nuevos compañeros
de viaje.
 
Es esa la magia duradera, ya no es difícil elegir con quien he de pasar esta jornada. Subo al anaquel que está aquí cerca, toco una de esas palabras siniestradas por la llegada antes de una inoportuna pausa, y con mi verbo querer la llamo, quiero...Y ella llega con su tabla y su sonrisa, y su virtud de sembradora y jornalera, a poseer lo que siga, el tiempo del devenir certero, de correr por el cielo tras saltar sin temor de la cornisa....

JOSÉ IGNACIO RESTREPO • Copyright ©

No hay comentarios:

Publicar un comentario