martes, 11 de agosto de 2015

OTRO NACIMIENTO / Un cuento de José Ignacio Restrepo

BOQUERÓN
Un relato de José Ignacio Restrepo


Soy uno de esos especímenes para quienes observar siempre es más que éso. Para mi es un ejercicio construído sobre múltiples y variadas experiencias, que busca dialogar con un interior sazonado cuya capacidad como interlocutor es cada día mejor y más versada y que me acompaña cada que pongo mi observación al servicio de mi pensamiento. Por éso digo que no manejo esa soledad sivergüenza, callada y desnutrida con la cual conviven irresponsablemente muchas personas que no saben lo hermoso que es dialogar consigo mismas, coleccionar temas y mirdas en los cuales descansar nuestros atributos mentales, nuestros conocimientos y ese conjunto de supuestos útiles que a veces sirven como motores para comenzar una reflexión en positivo.
No hace mucho tiempo vi nacer a un comerciante, uno de esos que conocemos y a los cuales recurrimos para negociar alguna cosa que no esté expuesta directamente en un mall o en un supermercado. Generalmente atienden sus propios negocios a los cuales imprimen su particular sello, ya sea en los avisos,  en el estilo o en el trato singular que dispensan a sus clientes.
Vi, como conté arriva, la gestación o nacimiento de uno de estos personajes. Se bajó de un autobús después de vender sus cosas y al parecer lo hace bien pues ha terminado temprano. Puede que no llegue pero es real que tiene dentro de si ese deseo de mercadear, de ganar, de conseguir más barato para vender más caro, características que los distinguen y los hacen ser gente amada o despreciada según la imaginería y la historia de cada quien.
En los fines de semana me dedico al ciclismo recreativo. A veces, según sea el ánimo, lo practico también entre semana. Conozco buena parte de la ciudad de Medellín y también de sus montañas circundantes, que pertenecen a la cordillera central de la gran cadena de los Andes en su paso por Colombia. Montar en bicicleta es para mi una actividad escencialmente vinculada a la capacidad de resistencia, es decir, es un diálogo personal con el dolor y su sublimación pues ese querer llegar a algún lugar solo es posible si soportas el dolor en tus músculos, la sensación de cansancio que te llena cuando vas pedaleando por la carretera ya sea junto a otros o en perfecta soledad.
Hoy salí con unos compañeros con el propósito de llegar hasta aquí, el Alto de Boquerón. He venido muchas veces y nunca he dejado de sentir placer por este ascenso sostenido, que te deja en este lugar donde imperan la belleza, el frío y el viento. Pero, me llené de ganas y los dejé atrás. No tuve en cuenta que venían en el grupo ciclistas de primera vez y por ello me disculpo.
Pero éso me ha permitido hacer ejercicio plácido de mi capacidad de asombro, pues llevo un rato observando lo que pasa en este lugar de descanso para viajeros que llegan y se van, mientras me hidrato y espero que lleguen los demás. Y haciendo ésto he descubierto a un naciente comerciante, un verdadero enamorado del acto simple de comprar y vender sacando una ganancia considerable de semejante ejercicio.
Ahora mismo lo observo, no tendrá más de nueve años. Su sonrisa preciosa después de haber vendido la última existencia de sus galletas indica que lo esperan otros escenarios, pues ha ganado el derecho y el tiempo para ir a jugar o ver tv o simplemente hacer las tareas temprano y después compartir con sus amigos. Va con la caja vacía y da unos saltitos particulares pues en los bolsillos lleva listo el producido del día. Se lo entregará a su padre o a su madre, para colaborar con el gasto de la casa. Por su rsotro sé que está seguro de poder vender cualquier cosa pues si vende galletas en mitad de este verano podría intentar hacerlo con lo que fuera.
Van llegando con la lengua afuera mis compañeros. Algunos son más jóvenes que yo y me prodigan cierta clase de respeto que en nada amplía esa amistad sincera que a mi mismo me brindo, hecha de surcar mares de problemas y regresar con vida a algún lugar amable y conocido...Les pasó una botella de agua y les brindo mi mejor sonrisa. En cuanto descansen iniciaremos la bajada...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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2 comentarios:

  1. Una cadena de asombros es lo que tenemos, que nos lleva de virtud de emular y observar cada capacidad que tiene el pequeño. el grande y el que viene atrás... Al final cada cual llega o llegará donde se permita hacerlo. Tun relato es excelente José, gracias amigo... el gusto me queda al leerte...

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    1. Que bueno verte Karelia...tu comentario ayer me causó felicidad. Te siento bien, te escucho sana, con el espíritu lleno de ganas...y éso me da gusto...Gracias por llegar al texto, que es una manera de aproximarme a quienes solo conocen de mi las letras que hago...Besos!

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