sábado, 17 de octubre de 2015

SOSTENIENDO SEGUNDOS VIVO...

EL ROSTRO BELLO DE MI MADRE
por José Ignacio Restrepo



Y a la sombra de espera, desnudos están estos serenos pasillos, cuya absurda morbidez deriva de su lóbrega soledad...Un mundo pálido, estallando en rosas y sangre que queremos no sea tanta. Gotas que caen sobre nuestros rostros mientras lacramos en silencio estas letras minúsculas, amparados como vamos porque aún dure esta paz falsa que conmueve las calles de la voz y las veredas celestes del alto cielo nuestro. No hay fecha de cierre para esta ceremonia de dolientes, amigo. 

El orín que muestran las barandas puede hablar mejor que nosotros sobre la lepra vencida de las horas, y también el silencioso espíritu que ensombrecido siente que todo ésto le atañe. Lujo será postergar al presente para venir tras opacas luces cotidianas y ver los dolorosos cabestrillos, mundo que me toca colgando del azar que antes fue beligerante y digno como niño esperado en quien todos queríamos confiar. Alados ojos aguardan también a rebujadas alegrías, que rompan ventanas y tengan luego sus hermosas crías que nacen volando como águilas. 

Todas las edades convergen ante la pasión del calor que llama, pues la esperanza viene cálida en cada pan que busca nuestra boca, y la pobre iniciada fragilidad dice cosas bellas de oír cuando entra tomada de la mano de la fuerza, como un sueño sin tiempo despertado, o una misión rayada en el borde del mapa. Ese que soy, habla hoy desde las palabras y convoca la virtud del bien hacer tras la corola intacta de algún bien decir. 

Repisas donde nada pongo, madera a la que el tiempo llena de poros. Los días de mis metas han cedido la verja para que ella proteja segundos sin remedio, gracioso tiempo flojo acuñado para malgastarse. Y mi nombre probo esperando la virtud que pase seguramente engalanada con el bello rostro de mi madre.

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright © 
(La pintura es del pintor palestino Ismael Shammout)


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